PRIMER PERIODO

En 1842 contaba Yendelaencina con 143 habitantes (boletín oficial de la provincia de Guadalajara de 7 de diciembre de 1842), 84 hombres y 59 mujeres, repartidos en 38 hogares según Madoz. Así debió conocerlo Pedro Esteban Górriz cuando lo visitó unos años antes, el 29 de septiembre de 1940. Por aquellas fechas, Yendelaencina no destacaba soble el resto de núcleos de la zona, cuya población era muy similar a todas ellas (Alcorlo 158, Bustares 235, Congostrina 190, Robledo 154, Zarzuela 208), era como vemos, el pueblo con menor número de habitantes.

Todo cambia a partir del 14 de junio de 1844 en que se descubre la primera minera de plata por Pedro Esteban Górriz (Santa Cecilia)

 

Mina Santa Cecilia en la actualidad

A partir de esa fecha se multiplican las minas denunciadas -más de 300 antes de acabar 1844- en el distrito de Hiendelaencina (el pueblo toma ahora este nombre) y de forma exponencial la población, pasando de ser la aldea más pequeña de la zona a la ciudad más poblada de la provincia, afirmándose por varias fuentes, así como por la transmisión oral que llegó a alcanzar, e incluso superar los 10.000 habitantes

Esteban Górriz, recaudador de contribuciones afincado en Sigüenza, fue hecho preso el 14 de octubre de 1840 y condenado, acabó en el presidio de Valladolid el 5 de septiembre de 1842. Allí, según la leyenda conoció al calderero italiano Fortuni, condenado por falsificador de moneda y que tenía su residencia en Pámaces. Este, siempre según la versión popular, le comunicó a Górriz el origen de la plata con la que falsificaba las monedas: El Canto Blanco de Yendelaencina.

Al salir de presidio, Górriz y Francisco Cabrerizo, empleado en la prisión de Valladolid, se dirijieron a Yendelaencina y cogieron muestras sobre el terreno, demandando ayuda aqui y allá para poder poner en funcionamiento la explotación de las minas. Mucho sufrió el navarro hasta que finalmente D. Antonio Órfila, por aquel entonces Alcalde de Guadalajara y administrador de los duques del Infantado, decidió poner el capital para emprender la obra propuesta por Górriz. No fue una apuesta a ciegas la de Orfila, ya que había sido informado por su hermano, médico y químico en la Universidad de París, de la enorme ley de plata que contenían las muestras que Antonio le enviara y que le habían sido proporcionados por Górriz. Tampoco le saldría "gratis" la ayuda a Górriz y sus otros socios "pobres" ya que fue para los siete la primera mina inscrita: Santa Cecilia, pero exclusivamente a nombre de Orfila se inscribieron otras dos: La Suerte y La Fortuna. Las acciones de Santa Cecilia, con un valor nominal de 500 pesetas, se cotizaban en1851 a 60 o 70.000 pts, dando un beneficio mensual de 750 pesetas.

Muchas dificultades pasaron los socios iniciales, exceptuando a D. Esteban Górriz (exento de pagar a la sociedad) y D Antonio Órfila Cuya posición le permitía los gastos sin apuros.Tales dificultades es lógico suponer que volvieran a generar disputas, de forma tal, que las escrituras iniciales de 9 de agosto fueron modificadas el 11 de Noviembre en Jadraque y, finalmente, el 4 de enero de 1845 se creó una S.A., bajo el nombre de Compañía Explotadora de la Mina Santa Cecilia.

La fama de las minas de Hiendelaencina, traspasó fronteras y ya en 1845 industriales ingleses estudiaron el posible beneficio por amalgamación de los minerales del filón rico y, al poco, conscientes del negocio constituyeron la sociedad La Bella Raquel que en se instaló en las orillas del río Bornoba fundando la fábrica La Constante contratando en 1851 los minerales de la producción del filón rico por valor de 1.500.000 ptas.

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En 1851 La Constante era ya un pueblo dividido en dos secciones: la fábrica y el pueblo en sí. Contaba con escuelas, hospital, casino, teatro y comercio y donde residían entre 70 y 100 vecinos.

Es fácil entender la "locura" en busca de la riqueza que en esa época se dió en la zona, como lo es tambien que muchos intentos acabaran en un rotundo fracaso, fracasos que en poco beneficiarían el desarrollo armónico deseable y sí, por contra, el destino fatal de Hiendelaencina. Eduardo Contreras, hijo de Bibiano Contreras dice en el epílogo del libro de su padre " Es innegable que al legarnos los árabes sus entonces importantes conocimientos y su civilización refinada y aristocrática, dejaron en nuestras venas la sangre que circulaba por las suyas, su fatalismo y su inconstancia".

Podemos ver reflejada la locura en el plano de demarcaciones de 1860 elaborado por Cecilio de Fornés (PINCHA AQUI)

En sus primeros 25 años de vida, La Constante entregó a la Casa de la Moneda 11.101 carros, que dieron un peso de 254.686,441 Kg de plata, lo que parece ser produjo un beneficio de 219.029.402 reales. Si bien no todo procedía de Hiendelaencina pues La Constante también beneficiaba material procedente de otros lugares -Villares, La Bodera y hasta de Horcajo (Madrid)-

En 1879, se disolvió La bella Raquel, al venirse abajo la fábrica, no sin antes arrendar, para sostenerla, varias minas: San Carlos, Verdad y Santa Catalina. a las que dotaron de máquinas de vapor y modernizaron. Al disolverse la sociedad se vendieron por lotes sus efectos y mobiliarios y la fábrica a los obreros que pasaron a beneficiar los minerales que recogían de las escombreras

Sobre el filón de Santa Cecilia, el llamado "Filón Rico" se establecieron una serie de minas, donde se encontraban las que a la larga fueron las más productivas: Santa Teresa, San Juan de la Cruz, La Perla, Santa Catalina, Fortuna, Santa Cecilia, Suerte, La Verdad de los Artistas, El relámpago, San Carlos, Trillana, Vascongada, Laura, El Arcángel...

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En lo que se supone eran otros filones se establecieron La Mala Noche, Fuerza y San Vicente en uno de ellos. En otro lo hacían El tiburón, San josé y El Niño. En otra dirección se establecieron San Miguel y Diógenes o San Juan Facundo y Antoñita

Se llegarón a abrir minas al otro lado del Otero, en Robledo (Tirolesa) y también fueron productivas algunas minas de La Bodera. San Faustino, La Española, Santa Bárbara, Celosa Placentera, Leonés, Ánimas, San Cayetano, Dionisia...

La producción de las minas alrededor de1860 era poca, y la sociedad inglesa La Bella Raquel tomó las principales minas adelantando dinero a los propietarios a cambio de minerales, lo que llevo a una extracción de mineral sin estudio ni previsión, "de cualquier manera", lo que significó al golpe de gracia para el distrito que comenzó una decadencia que llevó hasta casi la paralización.

En 1865 se hallaban en produccion las mians Perla, Tempestad, Fortuna, Santa Catalina, Primera Valencian, Segunda Valenciana Santa Cecilia, Suerte, Verdad de los Artistas, Relámpago, SanCarlos Vascongada y Bonita Descuidada, en el filón rico. Y en corta cantidad, también produjeron mineral Diógenes, Mala Noche y Carolina .

Ya en 1867, el diario de Madrid de 27 de febrero anuncia la venta de la Mina Santa Cecilia, lo que viene a indicar las escasas expectativas que la primera mina descubierta ofrecía por aquellas fechas.

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En 1879, se disolvió La bella Raquel, al venirse abajo la fábrica, no sin antes arrendar, para sostenerla, varias minas: San Carlos, Verdad y Santa Catalina. a las que dotaron de máquinas de vapor y modernizaron. Al disolverse la sociedad se vendieron por lotes sus efectos y mobiliarios y la fábrica a los obreros que pasaron a beneficiar los minerales que recogían de las escombreras.

Así llegó el primer ocaso del las minas de Hiendelaencina